Las semanas, 9-15 SEP 19: el Brexit, dos bocazas y la Internacional carmenita

Si Trump fuera menos Trump…

tendría ya la reelección asegurada, asegura su biógrafo y sin embargo amigo Conrad Black, que, concediendo que el presidente pendenciero es objeto de una “hostilidad maliciosa” nunca vista desde los (últimos) tiempos de su también biografiado Richard M. Nixon (“un presidente excepcional abrumado por […] una histeria pública a cuenta de asuntos triviales en los que no hay pruebas de que hiciera algo ilegal”, deja caer con un par), le insta a no ser tan “bombástico y egocéntrico” y a comportarse “más como el jefe de Estado de una gran nación […] y menos como un chismoso francotirador del inframundo político”.

“Ha llegado la hora de mostrar cierta clase. Los que le conocemos sabemos que puede”, concluye un Conrad que juzga sobresaliente el desempeño del 45º presidente de los Estados Unidos pero que no puede con el personaje grotesco que se ha enfundado. “El cargo buscaba al hombre, y el momento exige las formas”.

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Los que no salgan de su asombro ante el análisis de Black quizá se pregunten: ¿por qué tantos votantes republicanos apoyan a Trump? También en la National Review Jonah Goldberg, que ni es biógrafo ni amigo ni una cheerleader de Trump, formula una teoría: por lo general, los americanos apoyan sin fisuras a sus presidentes en tiempos de guerra o de emergencia nacional; y sucede que, para muchos republicanos, Trump es su Comandante en Jefe en la “guerra civil fría” que libran contra la Blue America, la de los demócratas que tantísimo han contribuido a la inaudita polarización del debate político en aquellas tierras.

DT es el beneficiario de una dinámica sectaria que no ha generado pero desde luego ha potenciado, sostiene JG, y añade que, en la lógica de juego de suma cero que se ha instalado en el panorama político, lo que se impone es un prietas las filas donde el disenso se considera una traicionera concesión al enemigo, e incluso en las encuestas hasta los desencantados se declaran firmes partidarios de un candidato al que por supuesto ven defectos. 

Pasó con Bush y su guerra de Irak y con Obama y su agenda del yes we can: fueron perdiendo apoyo a medida que se acercaba el final de sus respectivos mandatos y la lucha banderiza se tomó un descanso. Goldberg estima que hasta que Trump no sea un lame duck no habrá manera de averiguar el precio que habrá pagado el GOP por su presidencia.



¿Y si el Brexit saliera bien?,

se preguntaba el otro día Emilio Campmany. Victor Davis Hanson, intelectual de referencia de la derecha norteamericana, probablemente le respondería contundente: es que no puede salir mal.

Victor Davis Hanson ha escrito sobre England y su Brexit advirtiendo a los hijos de John Bull de que están ante “la última oportunidad de volver a abrazar el mundo democrático pro libre mercado” que contribuyeron a forjar.

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Para VDH, lo que se dirime en el Brexit es si el Reino Unido vuelve en sí, a su mundo anglosajón de libertades individuales, libre comercio y poderosos Estados nacionales, o rinde su legado, el de la Ilustración escocesa y la Revolución Americana, ante el de la Revolución Francesa, materializado en el s. XXI en la mastodóntica, burocratizada y estatista Unión Europea, “crecientemente antidemocrática” y enfeudada a su cordial enemiga Alemania.

Por desgracia, en esta España nuestra que habla de esta cuestión fundamental con ignorante arrogancia tremenda, artículos como éste de Victor Davis Hanson ni están ni se les espera, no se traducen. Como no se traducen libros extraordinarios como What’s Next, del brexiteer Daniel Hannan, brillante británico peruano al que le gusta (mucho) más la tauromaquia que irse de pintas con Nigel Farage.

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“Farewell John Bercow, partisan wrecker of tradition” es otra memorable pieza inconcebible en la prensa española. La firma el historiador Tim Stanley en el Telegraph y es un yo acuso apabullante contra el lenguaraz ya ex speaker de la Cámara de los Comunes británica, el histriónico señor de esas corbatas más chillonas que él al que se ha convertido poco menos que en guardián de la democracia británica pero no, sentencia Stanley: Bercow por el contrario ha sido un quintacolumnista que, lejos de preservar las instituciones, las ha dinamitado desde dentro; un traidor que se ha volcado en sabotear el mandato popular de abandonar la UE y que ha infligido un daño tremendo a la función representativa del Parlamento.

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“John Bercow dimitió de la presidencia igual que la manejó: con sectarismo, sensiblería y mil millones de palabras cuando debió haber pronunciado solo una”. Order, Mr. Stanley. Orrr-DAH!



La ciudad (izquierdista) no es para mí

En la semana en que se supo que Manuela Carmena ordenó no multar en campaña a las víctimas de su tóxico Madrid Central, di con esta pieza tan interesante como extrapolable en el magnífico City Journal, “The Left’s Surging Urban Activism”, en la que se alerta de que la izquierda pretende hacer ahora la revolución desde los ayuntamientos, con sus aparentemente inofensivos carriles bici y sus estupendos planes eco-friendly para convertir las ciudades en juvenalias concienciadas con decorados propios de La casa de la pradera.

Christopher Rufo, residente en la infumable Seattle megaprogre, tiene calados a los urbanitas anticapi, banda de pijos con empleos muy bien remunerados y a la mera vuelta de la esquina que claro que pueden desplazarse en bici o en patín y hasta a la pata coja, no como los currelas del extrarradio. Esos que se comen las prohibiciones y las broncas de gente como Carmena y sus muchaches tope chachis.

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En Seattle no usa la bici ni dios que no sea blanco y afluente, nos jura el joven Rufo. Y el 65% no quiere que se haga un solo maldito carril bici más. Pero da igual, porque la orwelliana Coalición para las Alternativas en el Transporte que pretende acabar con todas –especialmente con el coche– ha copado los centros de decisión e impuesto su “dictadura de la minoría” (Taleb) frente a la mayoría desorganizada y para colmo sermoneada por quienes dicen defenderla pero sólo saben saquearla y amargarle la vida.

Pasen, pasen y lean. Y, ya puestos, lean también a Emilio Campmany, “Madrid Central es capital”, y, tachán, a Isabel Díaz Ayuso: “Por la libertad, no a Madrid Central”. A ver su alcalde semejante, si no se achanta ni se deja doblegar por los buenos para nada y los jueces que se meten donde no les llaman sin que nadie les conjugue el verbo prevaricar.



Más madera:

«Trump Era Not as Extraordinary as Never-Trumpers Think»: The current ructions in our politics are not out of the ordinary and are less disruptive than many others in the past. Time to get off Twitter and calm down, America.

– «It’s Not a Mystery Why America’s Biggest Cities Are Losing Population»Chicago, Los Angeles, and New York City all have some easily identifiable management problems.

«China’s Rust Belt»Chinese megacities like Beijing, Shanghai and Shenzhen are capturing the world’s attention with their glittering skylines, Fortune 500 firms and outsized wealth, but the country also has hundreds of shrinking, forgotten cities that are beginning to resemble America’s Rust Belt.



Last but not least: 

The Vanishing American Adult.

Who Killed Civil Society?

We Stand Divided.

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