Las Semanas, 30 SEP – 6 OCT 19: Setenta años de República Criminal (anti)China – Van a por Trump – The Land of the Free? ¡Estados Leviatánicos de Norteamérica!

Nada que celebrar

Esta ha sido una semana de grandes fastos, de imágenes espectaculares que han caído como cal viva sobre estas otras y, por supuesto, sobre Tank Man, del que casi nadie se ha acordado en el 70º aniversario de la instauración del régimen que asestó a los chinos Mao Zedong, Gran Asesino no superado en el Siglo de la Megamuerte por Hitler ni por sus semejantes Lenin, Stalin y Pol Pot.

Con motivo del 70º aniversario de la República Criminal (anti)China, el presidente norteamericano Donald Trump publicó un tuit donde felicitaba al sucesor/resucitador de aquel carnicero sociópata, el odi-OSO! Xi Jinping; a lo que en ese mismo 1 de octubre replicó James Pethokoukis, del American Enterprise Institute, con un muy oportuno post, titulado “Please, no congratulations for China’s communist”, en el que daba voz a la joven activista Yaqiu Wang, de Human Rights Watch:

Hoy es el 70 aniversario del gobierno del Partido Comunista Chino (…) El PCCh ha matado a decenas de millones de chinos, expoliado nuestros recursos, nos ha prohibido decir lo que pensamos y nos encarcela si lo criticamos, con lo que puede decirse que es la organización más antichina del mundo (…) El PCCh no sacó a 80 millones [sic] de la pobreza. Primero sumió el país en una destrucción devastadora con sus políticas demenciales, después se comportó de manera menos insensata y la gente empezó a sacarse a sí misma de la pobreza a fuerza de trabajar duro. Los chinos no gobernados por el PCCh [los hongkoneses y los taiwaneses] son aun más ricos.

Para enmarcar, la tirada de la brava Wang sobre un régimen ominoso que, como su precuela soviética, jamás fue una buena idea y que, lejos de liberar a China, como proclamó y proclama su formidable propaganda mentirosa, la hundió en páginas muy negras de su historia. Al respecto, no dejen de leer la monumental Trilogía del Pueblo de Frank Dikötter, de la que Acantilado ya ha publicado dos entregas; pero, mientras sacan de las piedras tanto tiempo, apúrense con la extraordinaria síntesis que publicó el mismo martes en Foreign Policy el necesario historiador neerlandés.

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Xi, el Neo-Mao, avanza implacable hacia la Dictadura Perfecta de la mano de la Red y las tecnologías más punteras: para desgracia de los 1.400 millones de súbditos de la República Liberticida, el futuro más distópico, el de la Vigilancia Total, ya está allí, en la China comunista post-orwelliana:

The Game of Life: Visualizing China’s Social Credit System

Monitors display a video showing facial recognition software in use at the headquarters of the artificial intelligence company Megvii, in Beijing.

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Así las cosas, bien podría Trump haber mandado al diablo a la banda de Jinping y lanzado un mensaje de esperanza al sometido pueblo chino, encomendándose a Bush Jr. (“La libertad no es un regalo que América ofrece al mundo, sino uno que hace Dios a la Humanidad”) o a su más apreciado Ronald Reagan (citados ambos por el freedom fighter Natan Sharansky en el maravilloso Alegato por la democracia):

Los años que tenemos por delante van a ser importantes para nuestro país, para la causa de la libertad y para el desarrollo de la civilización. Occidente no contendrá al comunismo, sino que lo rebasará. No nos molestaremos en denunciarlo, sino que lo despacharemos como un capítulo sombrío y grotesco de la historia de la Humanidad cuyas últimas páginas se escriben ahora.



(Los burócratas) van a por Trump

trump-atras

Trump habla y no para de que lo asedian, de caza demócrata de brujas republicanas con tupé, del Deep State. Y si su legión de críticos enloquecidos le tacha de paranoico (¡también por eso lo querrán empichar!), tras leer este yo acuso de Inez Feltscher Stepman, del Independent’s Women Forum, el soliviantado presidente del “Drain the Swamp!” podría retrucar: “¡Lo peor de ser un paranoico es cuando te persiguen de verdad!”.

El presidente Trump hace muy bien al asumir que tiene a las agencias federales en contra

(…) una vez más, las maniobras de burócratas no electos y que no rinden cuentas a nadie perturban un proceso electoral en EEUU.

(…)

(…) el presidente ha tenido que ‘ocultar’ sus llamadas telefónicas a buena parte de su propia Administración para reducir las filtraciones. (…) el presidente no yerra al desconfiar de sus propios empleados.

(…)

Los empleados del Gobierno federal son cualquier cosa menos neutrales administradores de la ley. En 2016, nada menos que el 95% de las donaciones de quienes trabajan para las agencias [federales] fueron a parar a Hillary Clinton. Y una maraña de leyes sobre la función pública tejida a lo largo del último siglo les blinda de las consecuencias de desafiar a los funcionarios electos (…) encargados por nuestro proceso político de capitanear la nave del Estado.

Lleva más de dos años despedir a un trabajador federal, incluso a los condenados por delitos cometidos mientras desempeñaban sus funciones (…)

“En el Departamento de Justicia, realmente no podemos ser despedidos”, se carcajeaba en un vídeo grabado con cámara oculta por el Project Veritas una funcionaria de carrera mientras tomaba un café e incidía en que se servía de su posición para socavar la Administración. Ya en el mero primer invierno [del mandato de Trump], empleados federales intercambiaban públicamente consejos sobre cómo #resistir desde dentro.

En un sentido muy real, el presidente Trump no se equivoca cuando dice ser un apestado en su propia Administración. Pienses lo que pienses sobre Trump (y yo he dicho bastante sobre lo que pienso de él), representa un claro desafío al orden progresista de postguerra de los últimos 70 años, tanto en EEUU como fuera.

(…)

Hay 2,8 millones de empleados federales que jamás abandonan el poder, que no rinden cuentas de ninguna manera ante los votantes y que disfrutan de una protección cuasi de acero que les impide perder el empleo por desafiar a sus jefes políticos.

El experimento wilsoniano de un gobierno de tecnócratas no comprometidos políticamente ha tocado a su fin, si es que alguna vez fue viable. En su lugar tenemos a unos burócratas de alto rango que sustituyen el juicio popular sobre lo político y las decisiones políticas con el suyo propio. Si no podemos desprendernos del Estado administrativo, al menos rebajemos su poder empoderando a quienes de hecho piden su consentimiento al pueblo americano cada dos, cuatro o seis años.

Esto pasa por dar marcha atrás en una legislación sobre la función pública que funge de pátina protectora sobre quienes son y deberían ser considerados actores políticos, a fin de que puedan rendir cuentas (…)



Ah, los Estados Leviatánicos de América… 

Esto debe de ser el famoso ultracapitalismo que…, ¿verdad, don Carlos Rodríguez Braun?



Last but not least,

trump-media

“How The Left’s Immense Cultural Power Affects Politics”, by Saritha Prabhu (pero pueden llamarla Neo, ya verán):

(…) The left has immense cultural power in America, while the right has more political power (the presidency, the Senate, and the Supreme Court).

(…)

(…) These powerful forces of the left shape the way people think about climate change, immigration, religion, abortion, gender, racism, conservatives, conservative media, the Russia investigation, and everything else.

(…)  The net effect on voters, especially younger ones, can be profound (…) The impact of the left’s political conditioning on new immigrants also can’t be overstated enough. Newly arrived immigrants who are trying to learn about the politics of their new country are profoundly influenced. I know because, as an immigrant, several years of watching and reading CNN, MSNBC, the New York Times, and Time guided me in my early years here to think a certain way about issues.

Through news, opinion, comedy, and entertainment, I was gradually conditioned to think religion is regressive, it’s okay to mock religious Americans (especially Christians), conservative voters are backward, and the Democratic Party is the righteous party. Some of the entertainment and opinion shows I mindlessly consumed also gradually trained me to think of feminism, sexual morality, and traditional mores differently from how I was raised.

(…)

(…) in 2016, I fully realized how the corporate media and all its surrogates operate. I finally came out of the “matrix”. Now I think for myself on everything, which is liberating, and I would especially urge liberal voters to do the same.

(…) 

American politics would be infinitely more peaceful and less divisive if it weren’t for the left’s cultural power. Most Americans in the vast middle may disagree on issues but are, in general, reasonable, fair-minded people who are better than the left’s portrayal of the country and its people.

Qué diría la amiga Saritha si en vez de a Estados Unidos hubiera inmigrado a la España de La Secta, Lo País y la Cheka de la Comisaria

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