La libertad

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no aligera, carga. Resuelve menos los problemas de lo que multiplica las paradojas. Si este mundo parece a veces brutal, es porque está emancipado y porque la autonomía de cada uno tropieza con la de los demás y se lesiona; nunca han pesado tantas presiones sobre nuestros hombros. Ese fardo explica en parte cierta dureza en los romances contemporáneos.

Pascal Bruckner, La paradoja del amor, Tusquets, Barcelona, 2011, p. 17.

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