Harriet Martineau (1802-1876), una valiosa mujer que pudo superar su sordera y otros males para convertirse en una destacada publicista, visitó Estados Unidos en los años 1830, se unió al entonces poco popular movimiento antiabolicionista y proclamó de la manera más cruda que había una prueba definitiva de la diferencia entre los caballos y los esclavos: los dueños de los caballos no abusaban de ellos sexualmente.
Carlos Rodríguez Braun, Economía de los no economistas, p. 38.
Leave a Reply